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Regalo un díaa de ocio en . ntro cada cosa en su sitio, tantas como me hacen falta, y oliendo a lirio. Me lustran los muebles y los limpian tan bien, que desde hace mucho tiempo no sé lo que es el polvo. ¿Ha visto usted en mí la más ligera señal de polvo? ¡Jamás! Además, la leña para la calefacción está bien escogida; las menores cosas son excelentes; en resumen, parece que la señorita Gamard tiene siempre un ojo en mis habi

Regalo un día de turismo en deportes de extremo de aire Asturias . nes gratuitas y maliciosas que me infligieron profesionales amigos, al visitar las oficinas. Como acontece a menudo, el constante roce con mentes mezquinas acaba con las buenas resoluciones de los más generosos. Pensándolo bien, no me asombra que a las personas que entraban a mi oficina les impresionara el peculiar aspecto del inexplicable Bartleby y se vieran tentadas de formular alguna siniestra

Regalo un día de excursión enpracticar deportes de extremo espeleologia Salamanca . ; no creí haber dormido tanto. ¿Dónde está Rogers? —Le responderé con la misma pregunta. —¿Qué dice usted? —Simplemente, que Rogers falta a la lista. No está ni en su cuarto ni en la cocina, y ni siquiera ha encendido la lumbre. Blove ahogó un juramento y profirió en voz alta: —¿Dónde demonios puede estar? Seguramente estará dando vueltas a la isla. Espere a que me vista. Mientras averigüe si los

Regalo un día de . Sandy aun tiene hambre y me parece que sería muy conveniente darle esta noche un buen banquete. Con muchísimo gusto contestó sir Melville. ¡Bill Barnes volvería a volar y combatir el crimen¡ ¡Hasta pronto¡ FIN Título original: Blood over Borneo Publicación en U.S.A.: Bill Barnes Air Adventurer, diciembre de 1934 Publicación en Argentina: Hombres Audaces, junio de 1939

Regalo un día de deportes de extremo de aire Asturias . ario homenaje a su persona. Pero ¡qué! Al darse cuenta ella de que, mal o bien, hablaba yo el idioma del país, me replicó, muy seria ahora, desconcertada, alarmada casi: "Señor mío, usted no tendría por qué estar aquí". A duras penas procuré explicarle entonces (mientras que maquinalmente procuraba ella ponerme la inyección) que no era en efecto mi decadencia física lo que me había movido a buscar

Regalo un día de practicar deportes de extremo espeleologia Salamanca . gal como eclesiástica, de su matrimonio con Harold. Sir Thomas se había empeñado en acompañarla en el viaje a los Estados Unidos. Quería estar presente en el ataque final. Cathy, bastante preocupada por su salud todavía precaria, había hecho lo imposible por disuadirle, pero él se había mantenido en sus trece. Mason, por su parte, había hablado en privado con Cathy y le había explicado que sería

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