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Regalo un día de monitor de deporte de extremo barranquismo Jaen . ero quizá vosotros accedáis a hablar conmigo, a explicarme cosas de vuestro hogar en las Tierras Meridionales. ¿Lo haréis? –Por un lugar para dormir y algo que comer, creo que es lo mínimo que podríamos hacer –respondió Brin, esbozando una sonrisa. Rone hizo un gesto de asentimiento, aunque no pudo evitar una mirada aprensiva hacia Murmullo. –De acuerdo entonces –dijo Kimber Boh, y llamó al gigant
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Regalo un día de clases deporte de extremo aereo Girona . mente, mientras subo, bajo y respiro. Detrás de mis ojos cerrados, unas etéreas bailarinas revolotean graciosamente entre los árboles y agitan las piernas como si fueran las alas de un pájaro enjaulado. Por las tardes nos acostamos en nuestras camas, en el gimnasio, durante una hora: de tres a cuatro. Decían que era un momento de descanso y meditación. En aquel entonces yo creía que lo hacían
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