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Regalo un día de deporte de extremo fin de semana Granada . n golpecito en la nariz. —Para mí ésta siempre será tu casa —expresó Francesca, y sonrió con picardía antes de preguntar—: ¿Estás enamorado de mi madre, verdad? ¡No te pongas colorado, tío! —¡Hija! ¿Qué clase de pregunta es ésa? —Simplemente una pregunta. Y, aunque no me respondas, yo conozco la respuesta. Se levantó, besó a su tío en la frente y se encaminó hacia la puerta. Antes de salir, Fredo
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Regalo un día de clases deporte de extremo byggys Zamora . ue solíais llamar Hev lee! Sólo quiero veros y oíros decir que sois felices. ¡El llanto de Nuestra Jane arreció, lleno de mayor pánico todavía! Antes de adelantarse, Keith empujó protectoramente a su hermana detrás de él. —No te conocemos —dijo, con voz hosca y temblorosa. Ahora fui yo quien palideció. Sentí sus palabras como bofetadas. —¡Haz que se vaya! —gritó con estridencia Nuestra Jane. Fue e
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