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Regalo un día de deportes de aventura vacaciones Jaen . uerzas y miró frenética en el mar. Pero no vio a nadie nadando, y tampoco se veía ninguna tabla de surf. De pronto, las olas no sólo le parecieron enormes, sino también letales. Zoe recordó la traicionera corriente que la había arrastrado hasta las rocas la otra noche. Miró hacia aquella rocas, y se sorprendió al ver a un par de pescadores. Debían de estar locos, decidió. Pero quizá ellos pudiera

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Regalo un día de equipaje deportes aventuras barranco acuatico Leon . y se acercó a su lado. —No os sentéis demasiado erguido, Maestro Anakin. Apoyaos en el viann, en el respaldo de la silla. Eso es, así. ¿Veis como las piernas se ajustan ahora naturalmente a los estribos delanteros? —Pero no veo bien en esta posición —se quejó el pádawan intentando agarrar el doble juego de riendas. —Yo creo que estamos a la suficiente altura como para ver cualquier cosa importan

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